domingo, 3 de mayo de 2020

Han sido unos días complicados, en los que no sabíamos si Perita saldría adelante. Su estado va mejorando y se le nota físicamente la mejoría. No está bien, pero no dudo que volverá a alcanzar ese punto en unos días. Sea lo que sea lo que le ha ocurrido, ha sido grave y no sabremos si tiene algún tipo de daño permanente. De momento.
Anoche me di cuenta de que en el Hospital Doce de Octubre quizás pudieran echarnos una mano en ese aspecto. Un veterinario tiene formación científica, quizás hubiera alguno por allí e incluso puede que tuviera material para poder revisar que todo estuviera bien con Perita.
Esta idea me ha dado más fuerza y más ánimo para llegar hasta allí.

Otro tema que me ha preocupado ha sido Paula, su estado decayó bastante con el problema de la perra. Es una chica con mucha fortaleza pero creo que hay un punto donde todo eso se rompe: cuando ve cercana la posibilidad de perder algo a lo que tiene un cariño especial. Y no se lo reprocho, yo me he desmoronado mil veces desde que todo esto comenzó por varios motivos diferentes, no sólo uno. Pero sí me he llegado a preocuparme por ella.
Con la mejoría de Perita también ella comenzó a subir, lo cuál hizo que yo volviera a respirar. Paula es un apoyo muy importante para mí y, sinceramente, no me imagino este nuevo mundo sin tenerla a mi lado.

Estábamos sentadas dentro, en el salón, mientras Perita estaba en el sofá. Habíamos dado un paseo matinal y preferimos dejarla descansar.
-¿Cómo estás?
-Bien, ¿por qué?
-Te he estado viendo un poco triste cuando Perita ha estado enferma.
-¿Acaso tú no lo has estado?
Un momento, ¿se estaba poniendo a la defensiva?
-Sí, claro que lo he estado -Creo que pude sonar más borde de la cuenta-. Sólo estaba preocupada.
-Estoy bien. Sólo, no quiero perder a nadie más.
-Ya... Lo siento. Yo no tenía muchos a los que perder. Pero que fueran pocos no lo hace menos doloroso.
-Yo perdí a muchos -dijo mientras acariciaba la madera de la mesa.
-¿También a Lucía?
No tengo muy claro por que recordé a la tal Lucía en ese momento. Supongo que mi subconsciente pensaba que era una persona que Paula había perdido después de la pandemia del firiovirus, así que las palabras salieron de mi boca con total naturalidad.
Paula me miró fijamente entrecerrando los ojos, como intentando adivinar qué cantidad de información estaba en mi poder. Ya ves, ninguna.
-¿Qué sabes de Lucía?
-Nada. Una noche, al principio de llegar, me llamaste Lucía.
Se levantó de la silla como una exhalación, con tanta fuerza, que la silla se cayo para atrás.
-¡¿Qué yo te qué...?!
-No sé, Paula, estabas dormida y yo te despert...
-¡No hables de lo que no sabes! -Cogió la mesa con las dos manos y la lanzó volando a otra parte de la habitación, dejándola patas arriba.-¡¡No hables de lo que no tienes ni puta idea!!

Paula salió de la habitación dando un portazo. Perita estaba temblando, se había despertado sobresaltada con el estruendo. La verdad es que me encontraba desconcertada. ¿Había abierto la caja de Pandora?

Me tumbé en el sofá junto a Perita para calmarla y no he querido moverme más de aquí.