jueves, 30 de abril de 2020

Nuestro viaje ha vuelto a retrasarse.

Teníamos gran cantidad de carne deshidratada. La lechuga estaba preparada para ser cortada y teníamos una tomatera transportable. Esto listo para viajar, pero muchas otras verduras seguían creciendo.
La que no estaba lista para viajar es Perita. Desde ayer por la mañana no para de vomitar, como si se hubiera intoxicado. Pero, ¿con qué podría intoxicarse aquí? Supongo que un veterinario sabría qué tipo de sustancia ha sido la culpable. Pero ahora es diferente.
Al llegar esta mañana ha dejado de vomitar, pero está cada vez más apagada. Sólo bebe agua que Paula o yo le acercamos de vez en cuando. Estoy desesperada y frustrada porque no sé que hacer. No sé nada sobre veterinaria y Paula menos aún.

-¿Crees que se va a morir? -me ha preguntado Paula acariciando a Perita, sentada junto a ella.
-Espero que no... Vamos a hacer todo lo posible para que se recupere.
-Nunca tuve perro, ¿sabes? Mi madre no quiso cuando yo era más pequeña y cuando fui mayor, no tenía tiempo. Nunca supe lo que me perdía.
-Nunca es tarde. -Sonreí.
Me acerqué a darle también mimos a Perita. Esto es el fin del la civilización. Esto es un mundo postapocalíptico. Casi sin conocimientos, ni tecnología, ni medicinas. Sin esa omnipotencia del ser humano. Una purga. La naturaleza se impone y, de nuevo, el más fuerte física y mentalmente es el que sobrevive para volver a construir un progreso.

El renacer de la civilización, a poder ser, habiendo aprendido de los errores del pasado. A poder ser.