sábado, 25 de abril de 2020

Hemos estado dedicándonos cien por cien a la preparación de nuestra salida. Habíamos puesto varias trampas, intentando incrementar nuestras posibilidades de obtener carne. También seguimos mimando a nuestras plantas, que crecen por días.
-Vale- dije ayer, cuando recogimos nuestro botín- tenemos cuatro conejos completos. No tenemos frigorífico ni congelador. ¿Qué hacemos con ellos?
Paula se había empeñado en cazar más y más, pero parece que no recuerda que nos hemos remontado a unos cientos de años atrás en cuanto a electricidad se refiere. La carne se estropea.
-¿Has comido cecina alguna vez?
-No sé qué es eso - dije extrañada.
-Es carne seca. Vamos a deshidratar la carne. No vamos a conseguir la carne más rica el mundo, pero tiene proteínas, alimenta y no se estropea.
-Vaya, todo son ventajas. ¿Dónde está el pero?
-Creo que deberíamos cocinarla antes de dejarla secar.
-¿Se deja secar cruda? Madre mía, eso es muy peligroso. No vamos a hacerlo así –dije todo lo seria que pude.
-Estoy de acuerdo, por eso creo que tendremos que cocinarla un poco antes. Eso significa que llevará más tiempo de lo normal.
Pasamos todo el día haciendo un trabajo en equipo sin descanso. Preparamos un conejo y lo fileteamos bien. Mientras yo salaba los cortes y los pasaba por la sartén, Paula iba preparando el otro. A pesar de que conseguimos bastante carne, el clima no estaba siendo propicio. Lluvia, tormentas y lluvia. Muchas nubes y poco sol. Así que decidimos dejar la carne secar dentro de casa. A mi todo esto me parecía imposible, pero era una especie de experimento. Nadie me había garantizado que fuera a salir bien.
Aparte de carne, también conseguimos varias pieles que no podíamos usar porque no sabíamos como. Desperdiciar recursos así me quemaba la sangre, me sentí frustrada en impotente por no poder aprovecharlo todo.
Realmente fue un acierto poner la carne a secar dentro, desde anoche no paran de sucederse una tormenta tras otra. Pasamos la noche entre truenos y relámpagos y no parece que vaya a mejorar. La carne no ha progresado, pero tampoco se ha podrido. Tendremos que esperar. He estado limpiando las pieles que apartamos ayer. Me ha llevado todo el día. No sé como se realizan los encurtidos, pero si sé que lo primero es retirar los restos humanos de la piel. Mañana las pondré en remojo. No sé como tratarlas pero sí conozco los primeros pasos del proceso. Quizás algún día nos sirvan para algo.

Por mi parte, unas veces me siento nerviosa por saber qué encontraremos en Madrid y otras me siento contrariada por no saber si conseguiremos llegar. Si no estaríamos mejor viviendo una vida de abuelas campestres junto con Perita en esta finca. Cuando me asaltan esas ideas, sólo consigo tranquilizarme recordando que, pase lo que pase, nuestro pequeño grupo seguirá unido.