viernes, 13 de marzo de 2020

Siguen apareciendo grupos de Zfir por nuestra calle. Parece que el enjambre se haya disgregado por toda la ciudad. Quizás funcionan así y están peinando zonas diferentes, como un ejército perfectamente coordinado. Creo que estoy empezando a perder la cabeza.
Cuando todo era soledad estaba muy bien, nadie aparecía por esta calle y sólo tenia que dedicarme a mantener mis provisiones y no volverme loca. Ahora siento la presencia de los Zfir rondando por aquí, me siento acechada. Como si cualquier ruido más alto de la cuenta o cualquier salida a controlar las plantas, pudiera hacer que nos descubrieran y se terminara este remanso de paz. Estoy muy inquieta
Paula está más callada de la cuenta, preocupada. Rati está peor y creo que eso le está afectando. Gran parte del día la tiene encima y, aunque Rati tiene bastante energía, estornuda mucho. Las ratas son muy propensas a los problemas respiratorios y con estos cambios de tiempo era imposible que no se resfriara. A cada rato las veo juntas por la casa, veo a Paula pendiente de ella y mimándola con migas de comida.
-¿Qué tal está?
-Pachuchina. - Me regaló una sonrisa triste-. Tú sabes más de esto, ¿qué podemos hacer?
-Quitarle las corrientes de aire. Darle amor y quererla mucho, aunque eso lo haces muy bien.
Me miró con la derrota de no poder hacer nada más, pero con la satisfacción de estar haciendo todo lo que podía hacer.
Froté su espalda, intentando transmitirle fuerza para afrontar la situación y me fui a potabilizar un par de botellas de agua.
Desde hace unos días, el agua que sale del grifo contiene muchísimas impurezas, así que he comenzado a filtrarla. Después de probar con varias telas, finalmente decidí filtrar el agua con una bandera del Córdoba que compré antes de irme a Santander. Ha sido la tela con la que sale el agua más limpia. Después la potabilizo con lejía y, aunque le echo un par de granos de sal, el sabor deja mucho que desear. El fin del mundo, que le da mal sabor al agua.

-Alba.
Di un respingo y tiré algo de agua fuera. ¿De dónde cojones había salido? Ni siquiera me había enterado de que estaba detrás de mí. Suspiré.
-Dime- dije mientras me giraba. Paula tenía un gesto muy serio, algo no pintaba bien.
-No tengo claro que estemos seguras aquí.
Vaya, parece que no me estaba volviendo loca. Volví a suspirar y me apoyé contra la encimera de la cocina antes de contestar.
-¿Qué crees que debemos hacer?-Pregunté.
-Buscar un plan B.
-Yo ya tenía un plan B.
-Pero no está completo. Deberíamos terminarlo.
-¿Te refieres a...?
-A dónde vamos a ir.
Asentí. ¿A dónde podríamos ir?
-¿Has pensado algo?
-Estoy en ello.
-Vale, voy a terminar con el agua y le doy una vuelta.
Es cierto que en algún momento tendremos que movernos de aquí pero, ¿cuál puede ser nuestro siguiente destino?
Cualquiera que fuera el destino, íbamos a tener que tener muy clara la comida y el agua que tendríamos que llevar, los kilos que cada una podríamos transportar. He pasado el resto del día echando cuentas hasta bien entrada la noche, siempre pendiente de Paula y Rati, que va empeorando poco a poco. 

Nuestra situación se está complicando y necesitaba hacerme a la idea de que el abandono de nuestra zona de confort estaba cerca. Muy cerca.