jueves, 12 de marzo de 2020

La mañana ha estado revoltosa, supongo que por la marcha de Zfir que vimos ayer. Desde primera hora de la mañana escuchamos, a lo lejos, disparos y explosiones. Supongo que los insurrectos estaban defendiendo su campamento. ¿Sabrían los Zfir que se dirigían hacia los insurrectos? Y si fuera así, ¿cómo habían sabido dónde estaban?
-¿Crees que nos huelen? ¿Qué nos escuchan?
-Supongo que sí. Igual que nos ven, Alba.
-¿Crees que podríamos investigar si sus sentidos son más agudos que los nuestros?
-¿Sin jugárnosla a que vengan a por nosotros? No creo. Pero de todas formas la de las ciencias eres tú.
Cierto.

Estuvimos comprobando el estado de la comida, organizando en qué orden comerla. Escribimos un calendario, intentando estirar lo máximo posible la cantidad de comida que teníamos. Volvemos a tener frescos, así que tienen prioridad. A media tarde escuchamos un ruido fuera. Nos miramos y subimos a mi sala de estudio. Estaba justo al lado de mi habitación, igualmente se veía toda la calle. Era un grupo de Zfir. Iban como despistados, despacio. Indiqué a Paula con gestos que se agachara y que no hablara. Íbamos a ver si esos Zfir eran capaces de saber que estábamos aquí.
Eran 4 Zfir. ¿Habrían sido los vencedores de la batalla campal que se había librado? Dos de ellos iban más adelantados, uno justo detrás y otro más atrasado. El último parecía que seguía menos al grupo. Miraban aquí, allá, al infinito. Levantaban la cabeza como mirando al cielo. ¿Estarían oliendo? Cuando llegaron a la altura de la casa del vecino que se había levantado, en la que estuvimos el martes, se acercaron a la puerta. Su despiste se disipó un poco, pero no del todo, y continuaron andando por la zona más pegada a las casas. Esas casas en las que habíamos estado durante la última semana. Lo sabían. Pero, ¿cómo? Si interpretaran claramente la información que les estaba llegando, se pondrían a buscarnos como locos. Una característica muy marcada de los Zfir es su insistencia para con sus víctimas. ¿Sería nuestro rastro muy flojo? Perita estaba con nosotras y, cuando los Zfir llegaron a la altura de la casa de Fran, comenzó a gruñir muy bajo. Igual que cuando se coló el "vecino" en casa. Ella también notaba su presencia. No aparté la vista de ellos y no parecía que se hubieran percatado del gruñido de Perita. Hice que se callara. Cuando los dos primeros llegaron a nuestra puerta, se pararon ahí y se giraron. Al poco, el tercero les dio alcance. Parecían confundidos, como si esperaran que sucediera algo, quizás les había llegado algún rastro de nuestra presencia. Después de investigar la puerta de entrada al patio por varios minutos, siguieron su camino con el mismo aire de despiste. O falso despiste. Enseguida pasó el último por nuestra casa. Ese que parecía que no se enteraba de nada. Al igual que los otros Zfir se colocó frente a la puerta de entrada, pero tenía una postura muy recta, tensa. Desde la ventana podíamos ver su cara, llena de excoriaciones, cuyo gesto no era de confusión, sino de enfado. Incluso enseñaba un poco los dientes. Se agarró a la puerta, intentando mirar por los huecos que dejaba el metal. La escena que ocurrió a continuación creo que no se borrará de mi memoria jamás. El Zfir se encaramó a la puerta y escaló hasta que pudo asomar la cabeza por encima y ver nuestro patio. Se me cortó la respiración. ¿Sería más fuerte nuestro rastro allí? Hizo un barrido visual del patio y, con la cara llena de odio, bajó de la puerta. Siguió por detrás a sus compañeros, pero ya no iba como despistado, tenía cara de frustración.

Nos quedamos sentadas en el suelo, bajo la ventana, en silencio hasta que creímos que estaban suficientemente lejos.
-¿A dónde irán?
-No lo sé. ¿Tú crees que aquí estamos a salvo? - Pregunté.
-No lo sé, la verdad. ¿Vamos?
El cansancio mental y el estrés hizo que no tardara mucho en acostarme, habiendo comido algo previamente. El hambre no perdona.

Ha habido grupos de Zfir rondando por los alrededores. Perita nos avisaba cada vez que se acercaban a casa con sus gruñidos y, automáticamente, nos quedábamos quietas y en silencio. No sé si estamos seguras aquí, probablemente la fecha de caducidad de nuestro aislamiento está cada vez más cerca, pero acabamos de encontrar provisiones para seguir aguantando. Aún no habíamos celebrado nuestra suerte, así que he hecho una tortilla de patatas en el almorzar. Tortilla de patatas. No es fácil hacer una tortilla de patatas en un Camping Gaz, pero con paciencia lo conseguí. Teníamos comida, fresca y recién cocinada para unos días.

Rati está resfriada. Estos cambios de tiempo no le vienen bien. Frío, calor, frío, calor. Le ha pasado otras veces, pero había un veterinario al que ir. Probablemente ya no esté vivo.