domingo, 1 de marzo de 2020

La verdad es que Paula era una chica bastante interesante y, sobre todo, buena compañía para el fin del mundo. Llevaba en mi patio más de 36 horas y no había mostrado ningún síntoma de contagio. Eso sí que era buena señal. El firiovirus tiene un periodo de incubación muy corto, de un par de días. Probablemente, Paula no estaba infectada.
Hablamos un buen rato, después comencé la ardua tarea de adecentar mi casa para tener una invitada.
-Tengo que hacer cosas aquí dentro. ¿Te aburrirás mucho?
-Nada no te preocupes. Siempre tengo la cabeza llena.
-Tengo una buena colección de libros, si me dices qué genero te gusta, puedo traerte algo mientras.
-¿Tienes algo de Eduardo Mendoza?
-¿Gurb?
-Gurb es perfecto.
Más tarde me enteré de que era de sus libros favoritos. Junto con el libro, le entregué otra manta y un abrigo. Estaba nublado, las temperaturas habían bajado y no debemos olvidar que ella está viviendo prácticamente a la intemperie.

Era obvio que iba a acoger a Paula. Una parte de mi desconfiaba de todo esto. ¿De verdad no me iba a robar y a darse el piro? Podía llevarse hasta a Perita... ¿Para comérsela? ¿Tenía yo alguna forma de evitar que me robara? Obviamente no podía dejarla encerrada en casa, sería casi un secuestro. Parecía buena persona pero, ¿cómo te fías de alguien en el fin de la humanidad? Cuando los valores y la sociedad pasan a ser secundarios. Cuando no hay autoridad que controle que las personas no saquen lo peor de sí mismas.
Decidí dar un salto de fe. Quizás no todo se estuviera yendo a la mierda. Quizás. También decidí ayudar a que, si me daba la hostia, fuera lo menos grave posible.
Ideé un plan de actuación:
A Paula se le asignaría la habitación de invitados que tenía montada para mis visitas. Yo iba a llevar siempre la Bersa encima, por si acaso hubiera que utilizarla. La escopeta iba a estar escondida en mi dormitorio. Por otro lado, cada noche la puerta de casa se cerraría, aparte de con el tablón que la bloqueaba, con llave. Durante la noche íbamos a estar encerradas. La verdad es que no se si era una decisión acertada y en cierta forma me producía intranquilidad, pero no podía arriesgarme a que, en mitad de la noche se llevara toda mi comida. Obviamente tampoco podía estar velando mi despensa durante todo el día y toda la noche. La decisión estaba tomada.

Pasé el resto de la tarde organizando su dormitorio para que estuviera lo más confortable posible. Intenté no molestar mucho a Paula, realmente creía que necesitaba descansar después de lo que había pasado, ya tendríamos tiempo de ponernos al día si todo salía bien. También he pasado parte de la tarde echando cuentas de la comida y el agua que aún tengo. Ahora vamos a ser dos, el tiempo de supervivencia se reduce. También tendremos que reducir nuestras raciones y buscar alguna solución de futuro, pero estaremos dos para aportar ideas.

Cada vez queda menos para mi salto de fe. Espero no equivocarme.

-ESCONDER ESCOPETA.