jueves, 5 de marzo de 2020

Desde que Paula entró en casa, la vida ha sido un poco más tranquila. La primera noche que durmió dentro casi no pude pegar ojo, pero anoche fue otro cantar. Además mis chicas la adoran. Realmente, poco a poco voy confiando más en ella, aunque una pequeña parte de mi cerebro sigue pensando que me va a dar una patada, a matarme o robarme. Incluso las tres cosas. Llámalo como quieras, pero hay cierto grado de desconfianza.

Desde la mañana siguiente a su llegada estoy muy pendiente de la herida que traía en su pierna izquierda. No tiene muy buena pinta, la verdad.
-¿Te hiciste curas con el material que te di? – Le pregunté cuando me la enseñó.
-Sí.
-¿Cuántos días hace desde la herida? ¿Antes de llegar hasta aquí te habías curado con algo?
-Fue la madrugada del día que llegué aquí. Por suerte, la oscuridad ayudó a que no hicieran diana, pero me jodieron.
Y tanto.
Fui a mi botiquín a por todo lo que iba a necesitar para curarle. Aunque más que un botiquín es una pequeña farmacia. Tengo mi abastecimiento farmacéutico debajo de la cama. En casa de mis vecinos encontré algunos medicamentos y productos sanitarios que podían serme muy útiles. Me los llevé, claro, pero la gran mayoría de provenían mi paranoia profesional. Siempre he intentando ir comprando suministros médicos que podían serme útiles en casa. Sobre todo teniendo una perrita tan bestia.
-¿Me dijiste que era un campamento militar? -Pregunté mientras le trataba la herida.
-No, qué va. Los militares fueron enviados a las grandes ciudades, donde la cantidad de gente que resucitaba era mayor. Aquí quedó… ¡Ah! Uff – la cura debía estar doliendo y la chica había tardado bastante en quejarse- quedó una pandilla de insurrectos que decidieron no seguir al Ejército y quedarse aquí a dar por el culo. Como si no tuviéramos bastante con los Zfir.
-Pero, ¿desde cuando estamos así? O sea, se ha ido todo a la mierda en… ¿dos semanas?
-Vives muy apartada. Además no están llegando hasta este barrio, no hay tiendas. La mitad de las casas son de fin de semana o de verano. No hay nada aquí que les interese. Menos mal que no saben que estás tu.
-Vaya, gracias. -No pude aguantarme la risa. Reímos y reímos, por su falta de tacto, por habernos salvado. Porque sí. Tuvimos un buen rato de risa exorcizante. Cuando por fin pudimos mirarnos sin reírnos, ya habíamos liberado parte de nuestro estrés y nuestro miedo. Era momento de seguir.
-¿Recuerdas la mañana que el presidente comenzó a emitir ese mensaje de mierda? Ese día él, su familia y sus colegas políticos más cercanos estaban cogiendo el avión presidencial con destino a Dios sabe dónde. Nos dejaron tirados. El Ejército se enfadó, con motivo, y gran parte se sublevó durante ese fin de semana.
-Supongo que en Córdoba también. Espera voy a por esparadrapo y malla. Sujeta aquí.
-También. -Contestó mientras terminaba la cura- Gran parte del Ejército se fue, como te dije. Los que se quedaron, fusilaron en el muro del Marrubial a sus mandos superiores.También asesinaron a quienes no quisieron sublevarse, que fueron pocos. Esa gentuza se quedó con los abastecimientos, los puestos de control, las armas y los vehículos militares.
-Y no son precisamente amigos nuestros.
Nos quedamos en silencio. Su gesto había cambiado. Quizás se sentía culpable por haberme metido en esta guerra, pero la verdad es que nunca hubieran sido amigables conmigo.
-Si no hubieras aparecido, ni siquiera habría sabido que eran más peligrosos que amigables. Cuéntame, ¿qué te apetece para comer?

Las siguientes horas fueron las más normales desde que empezó todo esto del firiovirus. Resulta que Paula siempre quiso estudiar arte, le encantaba el cine, pero su familia no le permitió estudiar esa rama. Al final dejó los estudios y se formó en la hostelería nocturna. Hablamos largo y tendido de cine. No no soy ninguna experta, ni sé de grandes directores, ni de clásicos, pero tenía mis películas favoritas. Sinceramente, no conocía ninguno de los títulos de los que hablaba con tanto entusiasmo, pero fue divertido escuchar sus conocimientos sobre cine. Siempre lo contaba todo con una sonrisa, haciendo una broma.
-El ángel exterminador suena a un ser como el de Resident...
-Cállate. - Dijo de repente. Me quedé quieta, muy quieta. También callada. Entonces yo también lo oí. Estaban aquí de nuevo, habían reanudado la búsqueda. Se acabó la normalidad. Estaban dando vueltas por esta manzana, de forma insistente.
-Nada de velas -susurré- ni de cocinar, ni de hablar.
Paula asintió. Nos quedaba como una hora de luz solar. Paula sacó a Rati de su chalet, la verdad es que la rata era una gran apoyo para ella, habían hecho buenas migas. Yo abracé a Perita.
-Paula -susurré de nuevo, ella giró su cabeza hacia mi- ¿por qué te buscan así?
¿Por comida? No creo. ¿Qué les habría hecho?
-Quieren encontrarme. Quieren matarme, porque yo maté a uno de los suyos.
Me quedé en blanco mirándola, no se cuanto tiempo pasé así. Supongo que no mucho.
-Lo siento. Era él o yo. -Concluyó.

Hasta esta mañana no han dejado de buscar a Paula por esta zona. Durante aquella noche y todo el día de ayer nos mantuvimos en silencio.Comimos una lata de atún y dormitamos, a ratos, durante gran parte del día. También volví a curar la pierna de Paula, tiene mejor aspecto, pero avanza lentamente. Vetamos la planta superior por miedo a que nos vieran a través de las ventanas, y obviamente no íbamos a ponernos a subir y bajar persianas, nos descubrirían. Creo, supongo y espero, que si nos mantenemos en silencio y pasamos desapercibidas, que nos encuentren sería como buscar una aguja en un pajar.
Aparte del nivel de estrés que nos ha provocado la presencia de esos indeseables, el clima no ha acompañado a nuestros ánimos, pero hemos tenido a las chicas, que son un encanto. Dando mimos no las supera nadie.
Hasta que no han pasado tres horas sin escuchar ningún vehículo cerca no hemos levantado nuestras restricciones, pero el mal sabor de boca nos ha acompañado todo el día.
Espero que esos pesados se olviden pronto de Paula y nos dejen vivir tranquilas. Sea como sea, necesito irme a la cama y que mañana sea otro día.