sábado, 22 de febrero de 2020

Hoy se ha emitido en la cadena nacional un programa especial sobre el L-Fir25 durante toda la mañana. El bloque central del programa era el seguimiento de un paciente desde su infección hasta su muerte. Escalofriante.

-Miles de millones de personas han sido infectadas por el L-Fir25. -Comenzaba la entradilla que la reportera, Ángela Robles, hacía del programa- Miles y miles de personas han fallecido y siguen haciéndolo. Nos hemos desplazado hasta el Hospital de Valencia, uno de los puntos más afectados de España, para tener un cara a cara con el temible firiovirus. Estaremos acompañados por la Doctora Elisabeth Blanco, especialista en enfermedades infecciosas y el enfermero Rafael Fuentes. Estos profesionales serán los encargados de hacer todo lo posible por la vida de nuestra paciente. Haremos un seguimiento de salud a Catalina, la única superviviente de una familia que ha sucumbido en su totalidad frente al firiovirus.

Al principio la paciente no presentaba ningún tipo de síntoma, pero si mucho miedo. Ha visto a su familia morir y conoce cuál será su futuro. Ahora está acompañada de cuatro personas que no conoce y que, sabe realmente, están ahí para grabar como muere.
-Es una gran labor para el mundo y la investigación. Tu valentía ayudará a salvar a millones de personas de una muerte segura. -Animaba la reportera tras su mascarilla.
-No quiero morir. No quiero morir.
Los ojos de la chica se movían desorbitados, desesperados, sabiendo cual era el final de todo esto.
Las horas iban avanzando y su desesperación se convertía en una pena sorda y sosegada. De forma repentina, a las once horas de comenzar la grabación, llegó el malestar, dolores, fiebre.
-¿Qué sientes Catalina?
-Tengo mucho frío, me encuentro mal -sollozaba
-38'8°C de fiebre y subiendo. Palidez, malestar. - Relataba Rafael, el enfermero.
- Vamos a intentar controlar la fiebre. Administra un gramo de paracetamol intravenoso.
La chica comenzó a llorar de nuevo, pero esta vez con mucha menos fuerzas. Los escalofríos y la fiebre fueron en aumento durante la noche, pero una vez administrada la medicación sólo quedaba esperar.

-¿Cómo habéis afrontado el firiovirus en los hospitales? -Continuaba la entrevista a los sanitarios.
-Con resignación. Luchas por la vida de tus pacientes pero el enemigo es más fuerte que tú.
-Habéis perdido muchos compañeros por el camino.
-Bueno -respondía el enfermero- las medidas de protección son muy importantes, pero no infalibles. Nosotros estamos cada día frente a frente con el firiovirus y eso es un riesgo constante. También lo es para los reporteros, agentes de seguridad...
Un vómito estrellándose contra al pared interrumpió la conversación. Ya habían pasado 17 horas desde el comienzo de la grabación y 6 horas desde el comienzo de la fiebre.
-¿Doctora?
-Vamos a ponerle una ampolla de ondasetron intravenoso.
El enfermero asintió, esquivando los vómitos que la paciente repartía a diestro y siniestro.
No paró de vomitar hasta media hora después. El malestar continuó en forma de náuseas con dolor abdominal que hacían a Catalina retorcerse sobre la cama.

Los sanitarios y la reportera salieron a por algo de comida al office de la planta, dejando al cámara con Catalina. Cuando esta comenzó a calmarse, el cámara hizo una ronda de grabaciones por la habitación: paredes, sueros, camilla, la paciente. En uno de los planos cercanos de Catalina se vio cómo un hilo de sangre salía de su nariz, recorriendo su cara.
-¿Pero qué cojones...?
Al mover la cámara se vio como estaba dejando un charco sanguinoliento donde tenia apoyada la cabeza, probablemente saliendo por su oído.
-¡Eh! ¡Eh! ¡Venid, ayuda! ¡Chicos! ¡Chicos!

Los dos sanitarios entraron corriendo, seguidos de la reportera, que se sitúo a un lado de la camilla esperando que le enfocase el cámara. La doctora hizo un reconocimiento de la paciente buscando los orificios sangrantes.
-¿Constantes?
-40'3ºC, 139 latidos por minutos, presión arterial 176/108, saturación...

Un vómito de sangre a presión, que cayó casi completo sobre la reportera y el cámara, ensordeció la conversación. Ángela palideció con el vómito encima y el cámara se quedo petrificado. Catalina comenzó a convulsionar de una forma realmente violenta. Todo se sumió en el caos.
-5mg diazepam rectal, ¡ya!
Rafael administró la medicación como pudo pero las sacudidas no paraban. Después de dos minutos que parecieron eternos, Catalina quedó desplomada y el monitor se volvió plano. Ángela se apoyó contra la pared y se dejó caer.
-Hora del fallecimiento -relató Elisabeth, la doctora, en voz alta- 14 horas y 18 minutos, 26 horas tras el comienzo de la grabación, 15 horas tras el comienzo de los síntomas. Tras la administración de medicación los síntomas no han mejorado, concluyendo en el fallecimiento de la paciente.

Rafael estaba realizando las llamadas pertinentes para activar el Protocolo de fallecimiento por firiovirus y Ángela, que no podía hablar, abrió la ventana de la habitación buscando un poco de aire.
La mano de Catalina comenzó a moverse de forma casi imperceptible, después siguió un giro de su cabeza hacia la reportera. Sus ojos inyectados en sangre se entrecerraron, cualquiera diría que con rabia. En unos segundos se levantó, dirigiéndose hacia la ventana. El enfermero se le echó encima, pero no pudo evitar que fracturara el cuello a la reportera con un rápido movimiento y la tirara al vacío.
-¡Fuera de aquí! ¡Fuera! -gritaba la doctora mientras salía por la puerta de la habitación. El cámara corría de espaldas grabando lo que dejaba atrás.
Rafael forcejeaba en el suelo con lo que quedaba de Catalina mientras el cámara salía por la puerta grabando las últimas imágenes del interior de la habitación. Lo último que se vio fue al Zfir que acababa de nacer arrancando de un mordisco el deltoides al enfermero que horas antes le había cuidado.
Momentos después, entraba el equipo de Seguridad en la habitación (tarde) abatiendo a tiros tanto al Zfir como al enfermero moribundo.

Tras varias horas de documental, mi sensación era de haber visto una película de terror. Nuestra vida, mi vida, se ha convertido en una película de terror. Cualquier Zfir intentará matarme. Sea quien sea.
El futuro es o ellos o yo.