sábado, 15 de febrero de 2020

Ha llegado el momento. Sólo espero que todo salga bien y que dure el menor tiempo posible.

Todo ha comenzado esta mañana. Era media mañana y estaba en la puerta de urgencias. Acabábamos de parar a descansar cinco minutos en los que no teníamos pacientes, cuando ha sonado el teléfono de la supervisora de urgencias. Entre nosotras se hizo el silencio y, tras unos minutos de conversación, la sangre abandonó la cara de nuestra supervisora marcando profundas ojeras bajo sus ojos.
¿Qué pensábamos que había ocurrido? Pues lo peor. ¿Qué había ocurrido realmente? Algo mucho peor.

Al colgar el teléfono Ana, la supervisora, se quedó girada hacia la puerta. Ni siquiera podía mirarnos a la cara.
-¿Vas a hablar? - Eva, una de mis compañeras, fue al grano.
-Han muerto más personas por el firiovirus.
-Ya. Cada día muere gente por el firiovirus. Pero eso ya lo sabíamos. ¿Qué ha ocurrido? – Repliqué. Algo me decía que no era tan sencillo. De la misma forma que a partir de una persona la infección fue creciendo exponencialmente, las muertes de los infectados van a seguir el mismo ritmo. Esa no es la sorpresa.
-Una señora ha muerto. Se estaba certificando la muerte cuando se ha despertado. Se ha levantado desorientada pero muy agresiva…
-¿Qué dices? – interrumpió Lucía.
-Ha agredido con una silla a la enfermera y al medico que estaban con ella.
-¿Como un zombie? – Cuando hice la pregunta estuvo a punto de darme un ataque de risa. Zombies. No me lo creo. De verdad que no.
-No. Por lo menos no como los zombies que yo veía en las películas. - La verdad es que no parecía que la supervisora se lo tomara muy a broma - Se ha despertado con las mismas ganas que si estuviera viva, pero con más mala leche.
-¿Están bien el médico y la enfermera?
Ana tardó un rato en contestar. Pienso que no sabía muy bien que decir, al final, todas somos enfermeras. Esa enfermera podría haber sido cualquiera de nosotras.
-Lucía, siento decirte que la enfermera ha muerto. Al médico lo están operando de urgencia, pero tiene mal pronóstico.
-¿Qué ha ocurrido con la zombie?
-Joder Eva, no les llames zombies. – recriminé medio en estado de shock.
-Seguridad la ha abatido a tiros.

El silencio cayó sobre la habitación, como un manto. Todas nos trasladamos mentalmente a esa habitación de hospital, donde había muerto gente. Debió ser un infierno. De repente me di cuenta de que estaba luchando contra el enemigo en primera fila y sentí miedo. No quería estar ahí. No quería estar dentro de lo que estaba ocurriendo. Solo quería huir lo más lejos posible. Que esa mujer se hubiera levantado no era lo normal. La gente estaba muriendo, sólo muriendo. No podía ser normal.
-Ana.
-¿Sí?
-De todos los fallecidos, ¿en cuántos casos ha ocurrido esto? – pregunté.
-En Córdoba uno de momento. En España ya van 18.

“Hay un porcentaje muy pequeño en que la enfermedad se complica. Si ves algo raro en una persona que ya lleva tiempo enferma, vete a casa, quédate allí y no salgas.”

A lo largo de la tarde se dieron dos casos más de resurrecciones en Reina Sofía. Se van a adoptar protocolos diferentes frente al firiovirus. Sobre todo en materia de seguridad.
Cuando ha terminado mi turno he salido por la puerta del hospital sin pena ni gloria. El trayecto a casa ha sido complicado, con tanta histeria la gente conduce fatal. El ambiente estaba cargado, denso. Desagradable. Ni siquiera he llevado música en el coche, simplemente me he dejado envolver por la oscuridad de la noche, por la tensión del ambiente. El trayecto se me ha hecho extrañamente corto, quizás porque estaba envuelta en esa extraña atmósfera.
Acabo de entrar en casa y de cerrar la puerta de entrada, tengo la sensación de que por un buen periodo de tiempo. Mi siguiente turno en el hospital es dentro de seis días, habrá que ver qué ha ocurrido para entonces. De momento, voy a centrarme en cuidarme a mí y a mi familia.

Buenas noches.