miércoles, 5 de febrero de 2020

-HACER LA COMPRA
-PONER LAVADORA
-SESIÓN DE JARDINERÍA
-LIMPIAR BAÑOS


-¿Llegará hasta aquí? – preguntó Nando mientras tomábamos el sol, sentados en mi patio. 
Me encontraba tumbada a todo lo largo de un banco de madera, con la cabeza apoyada en las piernas de Nando. Él se encontraba sentado, recostado en la pared, acariciando mi pelo. El atardecer estaba dejando paso al frío, pero queríamos aprovechar los últimos rayos de la tarde cuando entramos en el tema de conversación de moda. 
-Puede ser, pero ya estábamos advertidos.
Él me miró desde arriba, con sus redondos ojos marrones que llevaban la curiosidad escrita en ellos.
-Venga, Nando, no puedo creerme que después de semanas sabiendo que hay un virus matando gente en China, vamos a fingir que no sabíamos nada. Deberíamos haber aprendido de lo que ha pasado allí y haber creado protocolos, adoptado medidas.
-Claro. Si nos morimos todos, encima será culpa nuestra.
Ahí estaba de nuevo su indignación. Su eterna compañera. Decidí responderle con mi indiferencia, al menos de momento.

Hace un par de días se detectó el primer caso de L-Fir25 en España, concretamente en la isla de Mallorca. El miedo está cundiendo como la pólvora, sobre todo en las Islas Baleares. De repente, el firiovirus chino está en nuestro país y el miedo a la muerte se hace patente. El señor infectado en cuestión era un hombre de negocios que viajaba recurrentemente. En su último viaje a Tokio se ha topado de frente con la nueva enfermedad y se la ha traído en la maleta en su vuelta a España. La historia del resto de Europa. Desde que saltó la noticia a primera hora de la mañana, han surgido unos 7 millones de españoles expertos en L-Fir25, instruidos por la manipulación de cientos de noticiarios que circulan por la web. Se conoce que Nando es el 7,000.001.

-Tampoco sabemos si la muerte es segura. -Dejé a un lado la indiferencia. - Lo están estudiando.
-Supongo que sabes algo al respecto, ¿no Alba?
-Un poco más que tú, pero sólo un poco.
Pum.
-¿Podrías iluminarme, por favor?
-A ver, el firiovirus de Harbin es muy contagioso y muy letal, pero debemos esperar un poco para tener datos más precisos sobre su mortalidad. Se piensa que su origen fue algún animal de un mercado clandestino –echó una mirada recelosa a Perita, que estaba tomando el sol tumbada en el suelo.- Tranquilo, Perita no ha estado en China últimamente. En fin. Los primeros síntomas tienen que ver con fiebre, sangrados, síntomas respiratorios y digestivos. Respecto a su evolución está llegando poca información, se sabe que algunas personas mueren y otras se recuperan. Simplemente, si te encuentras mal ve al hospital.
-Personas que mueren. ¿Cuántas?
-De momento algo más de dos mil.
-¿Y recuperados?
-Tres.
-¿Mil?
-No, tres.
El abatimiento ensombreció su rostro. La verdad es que el L-Fir25 era un tema delicado. Muchas muertes. Mucho secretismo a su alrededor. Ahora tenemos un caso cerca, quizás eso nos dé más información al respecto. Solo el tiempo dictará si esa información es buena o mala.

Una idea muy pequeña, del tamaño de una canica, comenzó a hacerse hueco entre mis pensamientos. Una inquietud, una sospecha. 
Nando cortó el crecimiento de esa canica poniendo una mano sobre mi pierna. Lo miré.
-¿Qué te parece si nos olvidamos un poco de esto yendo a tu cama?
-Es un poco temprano para dormir, ¿no crees?
-Algo se nos ocurrirá.

La verdad es que no volví a saber nada de mi canica.